Dicho jurado está integrado en partes iguales por hombres y mujeres -dirigidos por un juez técnico-, que dan un veredicto de absolución o culpabilidad, de acuerdo a la prueba y a su leal saber y entender.
Si bien hace casi 200 años nuestros constituyentes lo pensaron y lo legislaron, nunca este sistema fue puesto en práctica. Por diversas causas asociadas al conservadurismo judicial, mantenimiento de status quo o de privilegios, siempre existió la decisión voluntaria de no abrir a la soberanía popular la decisión de juzgamiento para sus pares. Desde la formación de la República faltaba, en materia de juzgamiento, que se ponga el énfasis en el ciudadano, en su soberanía de decisión y en el preservar su igualdad.
El Chaco fue jalonando a lo largo de su historia institucional cambios trascedentes en el sistema procesal. Pongo por caso el avanzar hacia la oralidad, abandonando el rigorismo y el exceso formal con la escritura y el papel como ejes centrales, los cuales conspiraban contra la inmediatez. También fue un hito la ley de mediación, flagrancia, participación de la víctima… en definitiva, avanzamos en muchos aspectos.
Chaco nuevamente se animó, y con la firme convicción de lo que es democratizar la justicia; reconstruir esos lazos de confianza, devolverle la credibilidad.
Se trata de dar al pueblo ese espacio de poder en la toma de decisiones judiciales, para a quienes el proceso penal les parece algo inentendible, con conceptos inasequibles (requerimientos, prisiones preventivas, cámaras, fallos, recursos, etcétera). Casi un lenguaje encriptado para el común.
Muchos tienen que ver. Desde el gobernador Jorge Capitanich en su momento, impulsando la norma; el gobernador Domingo Peppo, trabajando desde su instrumentación; el doctor Víctor del Río, en su constancia y pertinaz labor; y el de todos los que colaboraron y participaron, sobre todo en los jóvenes, colegas entusiastas por vivir esta jornada histórica.
Muchos colaboramos. El que suscribe, desde su lugar de diputado y presidente de la Comisión de Legislación, intentó unir todas esas voluntades. Los que me acompañaron con esa idea, algunos con sus reticencias, pueden resumirse en operadores judiciales y distintos colegios de abogados de todo el Chaco. Todos fuimos capaces de ir a las circunscripciones, a contar de qué se trata para rodearla de la mayor legitimidad.
El tiempo dirá sobre el acierto de su instauración. El tiempo dirá sobre la necesidad de reformulación, por los cambios que experimenta toda sociedad. Pero hemos iniciado un camino al que todos aspiramos cumpla con estos nobles objetivos.