Puerto Tirol

PUERTO TIROL: La Fábrica Cultural Celebra Con El Manifiesto Teatral Chaqueño El Día Provincial Del Teatro

En la fecha  también se celebra la comunicación hace un año sobre la noticia de la construcción de la Sala de Teatro La Fabrica Cultural inserta en el Barrio Las 80 viviendas de Puerto Tirol. En el marco del acto por  los 25 años de trayectoria teatral que se realizara en la noche del 8 de diciembre en el CECUPO, se dará lectura al manifiesto.

Este día además de ser simbólico para toda la comunidad teatral, por lo que significó la primer junta de teatrista para la conformación de lo que luego sería la Asociación de Técnicos Teatrales y Actores de Chaco ( ATTACH), es un día para celebrar que hace un año estamos en plena construcción de un espacio que no solo va albergar a las manifestaciones del arte teatral, sino que en el convergen todas las expresiones y actividades relacionadas a la cultura. Un espacio que se viene trabajando junto a la comunidad, a los vecinos, recordando que uno de los ejes es la “participación” y para ello se han generado actividades a lo largo del año, para así poder generar la apropiación de niños, jóvenes y adultos de la comunidad de Puerto Tirol.

Manifiesto Teatral Chaqueño:

Desde el año 2018, todos los 8 de diciembre el espacio del centro de documentación de las artes escénicas de la Fabrica Cultural, impulsa el Manifiesto Teatral Chaqueño, que elegirá a una personalidad del teatro chaqueño para plasmar en un escrito reflexiones que sirvan para el debate, el compartir sobre el estado en que se encuentra el teatro en nuestra provincia.

Este año ha sido seleccionado Pablo Barbetti:  Inicia la actividad teatral en el año 1987, en talleres de actuación coordinados por Karina Alvarez y luego con Chichín Oval en la ciudad de Resistencia. Años más tarde se suma al elenco estable de Sala 88, bajo la dirección de Hugo Blotta, donde participa en una extensa cantidad de espectáculos para adultos e infantiles. En el año 1999 se incorpora al grupo Actores Unidos y trabaja como actor en diversas producciones bajo la dirección de Marcelo Padelín. En el año 2009, junto a otrxs teatristas, funda el grupo “Colectivo 18”, donde actualmente continúa trabajando.

“El teatro como acto de libertad y como proyecto político”

Hacer un recorrido histórico de la actividad teatral en el Chaco (historia que afortunadamente está estudiada y documentada por colegas de estas tierras) nos remonta a un sinfín de imágenes. Las mismas abarcan desde las primeras manifestaciones de las colectividades ligadas a las corrientes migratorias, el surgimiento de grupos vocacionales y aficionados, la progresiva configuración –algún tiempo después- de los grupos independientes más estables en muchas localidades de la provincia seguido, luego, de un proceso de institucionalización, de profesionalización y de formación más sistemático en el campo artístico y teatral. La creación de la ATTACH, la ley Nacional de Teatro y el INT, aparecen como hitos en este último trayecto que, a muchxs, nos marcaron fuertemente en los últimos 25 años.

La permanencia y el desarrollo de la actividad teatral Chaqueña durante tanto tiempo no puede comprenderse, claro está, sin hacer un reconocimiento directo, explícito, sincero, al aporte de tantxs compañexs, que literalmente “pusieron el cuerpo” y conjugaron la pasión artística con una militancia comprometida.

¿Qué otras lecturas podemos hacer de esta historia? Múltiples, complementarias. Podemos pensar en la evolución de las poéticas y estéticas teatrales en todos estos años, en su heterogeneidad y riqueza;  podemos detenernos en los avances y desafíos pendientes en relación con la “calidad” de las producciones; en los diversos modos en que los dramatugxs, directorxs, técnicxs, actrices y actores fueron/fuimos asumiendo y transitando nuestra formación artística; en las muy diversas concepciones del oficio teatral en cada territorio, en los logros y en los desaciertos de las políticas culturales oficiales que estimularon (u obturaron) el desarrollo de nuestra actividad. Son todos estos, sin dudas, caminos posibles y necesarios en la reflexión sobre el teatro Chaqueño. Varios de estos debates ya los iniciamos y seguramente los seguiremos sosteniendo.  

Sin embargo, si hoy tengo que elegir manifestarme prefiero hacerlo desde otro lugar. Quizá más general, quizá menos pretencioso (¿?). En cualquier caso atravesado por mi experiencia personal, construida con otrxs, básicamente desde el rol de actor.

Me gusta seguir pensando –como al inicio- en el teatro como un acto de libertad y como un proyecto político (de resistencia y transformación).

Como acto de libertad porque hay una pasión que parece mantenerse entre distintas (muy distintas) generaciones. Una pulsión difícil de traducirla en palabras. Pulsión que se manifiesta en esa euforia inicial que no lleva a inscribirnos en un primer taller de teatro y querer, meses después, hacer la muestra, en juntarnos a leer un texto y proyectar todo un proceso, en armar y sostener grupos, en comprar ladrillos, sillas y telas e insistir en la apertura de espacios para seguir mostrando, en la indescriptible y feliz tensión emocional y corporal que se actualiza en cada estreno y al inicio de una función. Pasan los años y el teatro sigue ahí presente en nuestras vidas, mientras en nuestras historias personales corren una sucesión de hechos (nacimientos, despedidas, amores, desamores, crecimientos y estancamientos).

Hay un acto de verdad y libertad en el proceso creativo de lxs teatristas (que además es siempre colectivo: es “con otrxs/ junto a otrxs”). Hay allí, en ese espacio, una posibilidad de “poder ser” de manera más genuina, de goce, de placer. Quizá por eso no lo dejamos, quizá por eso cuando no lo podemos hacer lo anhelamos, quizá por eso siempre retornamos.

Quizá, además, lo defendemos porque no son tantos (como tal vez, en algún momento lo pensamos) aquellos espacios disponibles de libertad y de encuentro, sin censuras. Por eso lo agradecemos y por eso también lo ofrecemos. Si esa “ofrenda” incluye al otro, a un espectador, a un público, de manera generosa, reflexiva y atenta, preocupada por investigar y analizar los tipos de discursos que se construyen, creo que también podemos seguir pensando en la idea de un teatro como acto político, como un modo de resistencia y transformación social. 

En un contexto donde insisten en mostrarnos el debilitamiento de las grandes utopías, donde pareciera que las premisas del neoliberalismo y el mercado han cooptado todas las esferas de la vida, donde gran parte de las respuestas se asocian solamente a las salidas individuales, el teatro sigue haciendo la diferencia.  El teatro, en sus diversos géneros y formato, sigue poniendo el foco en las relaciones de poder y de dominación, sigue denunciando desigualdades, injusticias y violencias, sigue teniendo la capacidad de inquietar(nos) ante situaciones cotidianas naturalizadas; ante acontecimientos que limitan las acciones de los sujetos por su clase social, género, pertenencia étnica o ideológica.  Nos sigue interpelando, generando interrogantes, visibiliza temas, abre zonas prohibidas. Habilita la reflexión, concientiza. El teatro, como lo fue desde sus inicios, sigue siendo arma sensible y creativa para luchar contra lo hegemónico

Me manifiesto, entonces, por todo esto: porque podamos seguir gozando de la libertad y del buen vivir que nos permite esta actividad y por no olvidar (nunca) su potencial de transformación social. Pablo Barbetti (Actor)