Cultura

CHACO: Adriana Sargenti: “La Música Es Cuerpo Y Alma”

Adriana Sargenti es de Barranqueras. Desde hace ya varios años vive en Resistencia. Estudió piano desde los diez años. Además es psicóloga. Actualmente está trabajando en el área de coordinación de los elencos artísticos del Instituto de Cultura de la provincia del Chaco.

“La pregunta podría ser si la música cobró más vida en este tiempo de pandemia o si yo cobré más vida en este tiempo gracias a la música”, desliza y suelta la primera sonrisa. La música fue como el sol abrasador, cálido, necesario. En la etapa del primer distanciamiento -donde estábamos más encerrados- la música fue una conexión insustituible, tanto como respirar. “Poco a poco fui permitiéndome hacer videos y compartiendo lo que hacía sola o con amigues. Gracias a la música sentí que no estaba sola”, cuenta Adriana.

Este periodo le abrió la posibilidad de conectarse con el instrumento más allá de lo laboral, sentarse a tocar el piano porque tenía ganas, porque lo necesitaba, porque era feliz. En conjunto ensanchó la jugada para estar cerca de otres músiques desde su lugar. Usaba más la tecnología para jugar y conectarse con la vida desde un espacio más íntimo. La pandemia había corrido los paradigmas y la muerte comenzaba a girar derredor. En ese contexto la música seguía y sigue siendo vital.

Adriana era docente del ISPEA Danza y Teatro del Chaco. Es egresada del ISPEA Música, como pianista ha participado de grupos y ensambles de músicos que han recorrido escenarios de la provincia y el país. Ha realizado también presentaciones con la Orquesta Sinfónica de la Provincia de Corrientes. Hay algo especial en su manera de tocar, se abre un cosmos de sensaciones corporales y espirituales.

Adriana busca acercarse a la tecnología. “Nunca termino de ser muy amiga de la tecnología”, advierte, y vuelve una mueca que enciende sus ojos, un gesto feliz. Le cuesta, pero ha hecho producciones sola y en conjunto con amigos donde se filmaban a distancia interpretando distintas piezas musicales.

“Tengo una nueva composición y además voy haciendo arreglos nuevos de otros temas. Voy habilitando y aceptando esta cuestión de escribir”.

La selección siempre iba en un ida y vuelta con los músicos. Se armaron cosas nuevos en los videos, hay un punto que se deja ver del juego, del placer, hay un disfrute que es del músico y aunque hoy es a través de la pantalla logran transmitir a los espectadores.

Los movimientos, la cadencia, los destellos de sonrisas que dibujan sus manos en el piano también se vuelven bálsamos para quien escucha, observa y se deleita. En el medio sigue firme su costado compositivo, cuenta que tiene una nueva composición y también va haciendo arreglos propios. Se está permitiendo escribir, hacer en conjunto una música y una letra. Tiene algo para decir y además hay gente que quiere escucharla.

— ¿Qué música logra tocar tu alma?

—Las músicas que me tocan el alma son varias. Vengo de una formación de música académica, desde ahí puedo mencionar Beethoven, que me toca el alma y el cuerpo. La música es cuerpo y alma, no están separados. Me siento identificada con ese aluvión de pasión que tiene Beethoven por la música. La música que me conecta -conmueve– siempre tiene una cuestión rítmica muy fuerte, además de la melodía, por eso encontré que me sigue atrapando tanto el tango. El tango me produce mucha movilización interna, me toca todas las vísceras.

— ¿Algo de eso también sucede cuando tocas el piano?

—Con el instrumento sucede una conexión que tiene relación directa con el tacto, con la piel. Ejecutar el piano me moviliza. Empecé a estudiar piano a los nueve años y la sensación era de mucho bienestar, placer, eran y son caricias que se producen ahí en la ejecución del piano. Tengo el recuerdo vivo de tocar La Danza de la Moza Donosa, de Alberto Ginastera, cuando me recibí de maestra de música. Esos puntos altos, una sonata de Bethoveen me sigue provocando cosas profundas. Por ejemplo, Claro de Luna. Hay cosas arrolladoras, hay otros compositores que me llegan a lo profundo. Hay tangos de Salgan que estoy aprendiendo. Disfruto tocar y de escuchar también.

—¿Qué descubriste de nuevo en este tiempo?

—Fueron varias cosas. Encontré compositoras y compositores nuevos que me fui encontrando en este tiempo. El tener más tiempo para escuchar con el cuerpo y el alma permitió diferentes contactos. Hay música que está cerca y que no me había detenido tanto, por ejemplo, el chamamé. En una oportunidad había tenido una experiencia muy linda con la Orquesta Sinfónica de Corrientes, cuando fuimos a tocar música de Nini Flores al Centro Cultural Néstor Kirchner, en Buenos Aires. En 2020, a través de amigos y amigas de chamamé, empecé a escuchar las grandes composiciones que tenemos en nuestra zona. Todavía no me animo a tocarlas en el piano. En nuestra zona estamos pintados por el chamamé.

—Este año te incorporaste al Instituto de Cultura de la Provincia, ¿en qué área estás y cómo fue tu arribo a este organismo?

—En principio se dio un pase de las horas cátedra que tengo en la provincia para trabajar en el Instituto. Mi función tiene relación con la coordinación de los elencos artísticos que forman parte del organismo. Trabajamos junto a un equipo hermoso. Es una tarea nueva y enriquecedora, porque hay que trabajar con distintos grupos humanos que se dedican al arte, es maravilloso este transitar. Es un aprendizaje profundo porque nos tocó un año difícil y nos adaptamos a nuevas formas, nuevas conexiones con el trabajo y con el arte.

—En la fase compositiva, ¿pudiste seguir profundizando esa veta creativa?

—Sí. Tengo una nueva composición y además voy haciendo arreglos nuevos de otros temas. Voy habilitando y aceptando esta cuestión de escribir, si bien no vengo del palo de la literatura, la composición viene a mí con música y letra. Tengo algo para decir desde ese lugar.

“El psicoanálisis me permitió ver un vínculo más humano entre las personas”

Estudió y estudia música desde muy pequeña. Aunque la música la llenaba, sentía la necesidad de hacer algo más. Hacer otra cosa. Así Adriana Sargenti se volcó a estudiar una nueva carrera. “Uno entra a la psicología, más precisamente en mi caso que elegí el psicoanálisis, por una elección profunda”, cuenta. “La psicología y el psicoanálisis me resultaron un mundo sumamente diferente del que vivía, y absolutamente liberador. En ese punto fue una continuación con la música por ese costado de conectarse con mis deseos más profundos. Tomar decisiones para estar conectado con el deseo de uno suena fácil decirlo, pero no siempre es cómodo llevarlo a la práctica”.

Cuando Adriana toca el piano abre la paleta de colores sensoriales. De la misma forma busca ayudar a las personas desde la psicología. “La primera lección fue hurgarse a sí misma”, cuenta. Comenzó a trabajar como profesora de música y eso le permitió costearse sus estudios de psicología. Desde hace ya varios años conviven sus dos facetas, la música y la psicología.

El comienzo de la pandemia también fue chocante para ella en los dos frentes. Sin embargo, poco a poco se fue adaptando a las terapias por videollamada. Hay una fuerza de la corporalidad que no está presente en la virtualidad. “Hasta los parámetros teóricos se te ponen en cuestión en esa comunicación. Aquí se puso en otro lugar a la palabra”, explicó. Igual que todos, su actividad estuvo parada un tiempo, después comenzaron las videollamadas, incluso hoy que la actividad volvió a ser en el consultorio algunos prefieren seguir desde la virtualidad. Además, ella sumó una paciente de otra provincia. Adriana misma hace terapia por videollamada con su psicólogo de Rosario.

—“De esta salimos mejores”, se ha dicho hasta al hartazgo en este tiempo de pandemia. Como psicóloga, ¿creés que de esta salimos mejores?

—No soy tan optimista. Hay una expresión de deseo de que salgamos mejores. Pero también ha salido a la luz en este tiempo de manera más cruda la faceta humana de la destrucción, de no mirar al otro, de no mirar a la otra, la falta de solidaridad, la relación con los demás de manera utilitaria, esas cosas son muy dolorosas. Por suerte creo que la esperanza está en los ámbitos del arte, en la gente solidaria que también existe. Albergo en el fondo un poco de miedo de que no cambien las cosas. Miedo, sí, pero no falta de esperanza. En mi vida me ha costado mucho no ver la realidad con los ojos bien abiertos. Hay que dejar de ser ingenuos. Para transformar las cosas hay que verlas con toda la realidad que tienen.

—¿Qué te sigue movilizando en la psicología?

—Creo que es la profunda sensibilidad con el dolor del otro, es algo que me sostiene. En el psicoanálisis si encuentro una posibilidad de cambiar el mundo, ha sido y sigue siendo un encuentro que me compromete conmigo misma. El psicoanálisis es una herramienta de trabajo, pero es al mismo tiempo una herramienta para la vida, más humana.

El mundo está acostumbrado a vivir con imposiciones como si hubiera una sola verdad, única, omnipresente. En el psicoanálisis encontré que puede haber tantas verdades en el mundo, tantas formas de vivir, eso fue liberador. Eso me conecto en un punto necesario de responsabilidad conmigo misma, con mi deseo y eso hay que trabajarlo para poder verlo en los demás. El psicoanálisis me permitió ver un vínculo mucho más humano entre las personas. Por eso sigue siendo mi elección y mi apuesta en la vida. Más allá de que también sea un trabajo. Hay una forma de crear lazos con profundo respeto en la verdad del otro, en el recorrido único de cada sujeto, eso me vuelve y me toca el alma.

ENSAMBLE MUSICAL CON PARIDAD DE GÉNERO

En uno de los proyectos musicales que participa Adriana Sargenti es el Ensamble de Músicos Chaqueños. Juan Langellotti, quien está al frente de la productora independiente “Esto También Está Sonando” cuenta, el proyecto nació en el 2019, “por entonces trabajábamos como parte del equipo de la Secretaría de Cultura de Resistencia. El ensamble se hizo para generar más oportunidades laborales para artistas de la provincia y para aportar las sonoridades de nuestra región a canciones populares”.

Adriana Sargenti participó de varios ensambles, uno de ellos realizado en el 2020 junto a Anabella Franco, Analuz Blanco, Lalo Aguilar y Germán Kalber en voz, Antonella Romero en bajo, Clyo Taglioretti en percusión, Lucas Monzón en acordeón, Paloma Solamente en clarinete, y Patricio Hermosilla en guitarra, integran esta creación colectiva que superó las limitaciones técnicas de la distancia juntando voluntades y sumando belleza a una pieza musical.

“El ensamble está en permanente armado, dependiendo de las acciones que tengamos que llevar a cabo y de la disponibilidad de todas las personas que participan. Aunque hay personas que han participado en todas las formaciones. Desde un primer momento, tuvimos las premisas de la paridad de género y de trabajar con músicos que fueran versátiles”, agregó Juan. El repertorio en todos los casos fue variando dependiendo los eventos en los que fue participando el ensamble.

“En el 2020 lo único que hemos podido grabar con el ensamble fueron canciones colaborativas para la Feria del Libro Digital del Chaco y tres canciones para el Músicas Esenciales que saldrá pronto. Estas producciones se pueden ver en Facebook (Esto También Está Sonando) e Instagram (@estotambienestasonando), además de una página web (www.estotambienestasonando.com.ar). Por último Juan expresó su deseo de poder volver a las actividades presenciales y al deseo de generar actividades con el ensamble.

FUENTE:   Paulo Ferreyra para DiarioNorte