Cultura

CHACO: La Musicoterapia, Una Práctica Entre La Salud Y El Arte

También, académicos refieren sus inicios en los papiros egipcios. Sin embargo, fue en la antigua Grecia donde se plantearon los fundamentos científicos de la musicoterapia de la mano de Pitágoras, Platón y Aristóteles. En la Argentina, la carrera abrió en los años ’60 como un terciario y a mediados de los ’90 se volvió una Licenciatura.

La musicoterapia, según describe en uno de sus libros Josefa Lacárcel Moreno, “es la terapia basada en la producción y audición de la música, escogida ésta por sus resonancias afectivas, por las posibilidades que da al individuo para expresarse a nivel individual y de grupo, y de reaccionar a la vez según su sensibilidad, y también al unísono con los otros”.

La autora firma que “se utiliza con éxito en numerosas instituciones especializadas en la reeducación de niños inadaptados y de Educación Especial por sus efectos positivos”, que es como se la aplica también en algunas escuelas chaqueñas.

Si bien no hay muchos cargos, tal lo afirmó el licenciado en Musicoterapia, Julio I. Amann, en contacto con Agencia FOCO. La “falla” está en la falta de estudiantes, ergo, de profesionales. Julio se recibió en 2018 en la Universidad Abierta Interamericana (UAI) con sede en Buenos Aires. Asume haber tenido “suerte” y lograr los dos cargos que tiene a la fecha -ambos en escuelas públicas-: uno en la escuela N°5 del barrio Provincias Unidas donde también hay otra musicoterapeuta; y otro en la N°9 de Barranqueras, son escuelas especiales estatales oficiales. Al respecto, explica “en la Escuela Especial es un servicio que se brinda, así como tenes el médico, el de fonoaudiología, el de terapia ocupacional”.

A su vez, contó que “puede ser para personas neuróticas, pero, lo que más se estila, es hacerlo con alguna persona que tenga una necesidad o esté en alguna situación especial de salud o de vulnerabilidad”; aunque, “el trabajo es súper amplio”, agregó. En las escuelas donde trabaja, según detalló, trabaja con un amplio equipo técnico, siendo la musicoterapia parte de él; en una de ellas, por ejemplo, “el equipo está compuesto por cuatro psicológicas, dos músicoterapeutas, dos fonoaudiólogas, una kinesióloga, dos psicopedagogas y dos trabajadoras sociales”.

Además, el joven musicoterapeuta relató que, además de ser un trabajo interdisciplinario, se realiza de forma integral y personalizado: “también visitamos los hogares, cuando el niño falta o si hay algún problema, se solicita al asistente social que visite la casa para ver qué está pasando porque, por lo general, suele pasar algo”, aseguró.

Julio trabaja en la atención temprana -de 0 a 3 años-, con ellos, señaló, “el trabajo es más específico porque no hay un feedback”; también trabaja con jardín, primero, segundo e incluso a veces tercer grado, es decir hasta los 7 primeros años. Asimismo, brinda el servicio de forma particular en su casa con otros cuatro alumnos más. “Particularmente lo vivo como un encuentro musical, de una clase de música”, precisó.

El licenciado afirma que lo que sana no es la música, sino “el vínculo”, y explica que “Siempre hay un beneficio y siempre es a largo plazo, porque lo que sana es el vínculo; no es la música o la palabra en sí misma sino el vínculo; la música es nuestra herramienta para llegar, así como el psicólogo llega con palabras, nosotros llegamos con los sonidos, con la música”.

A su vez, explicó que se utiliza la palabra música “para englobar”, pero en detalle es el sonido la herramienta verdadera: “Por ejemplo, en musicoterapia podemos gritar, podemos trabajar con el grito, con el silencio; si produce mucho, si produce poco, ver cómo es la producción sonora de esa persona, en las reacciones”.

Su trabajo, en particular, consiste en hacer “una lectura activa primero, no hago una entrevista, voy directo al grano: le muestro los instrumentos y le digo que vamos a hacer música”, indicó y amplió “con el niño no hay problema porque el solo te va mostrando para ir, vos le pones un piano y no tenes que decirle que toque; en cambio, al adulto mayor si tenes que estimularlo, al igual que al adolescente”.

En esa línea, Julio especificó que “a cada uno le gustan diversas canciones y se puede trabajar con eso. Con adolescentes, otra de las experiencias que sumó, e trabajaron con el Duki y música Reggaeton; es agiornarse al estilo, pero siempre con una mirada terapéutica”.

 “Con la música, se trabajan las emociones, como la agresividad, por ejemplo”, sintetizó. Y si bien los resultados son a largo plazo “se trabaja mucho con el detalle, por ejemplo, una persona está depresiva a lo largo de estos dos años de trabajo con esa persona en el último encuentro logró sonreír, el trabajo interno es un montón y es personal”, recordó y agregó “en la sesión se intenta conocer al otro y se refleja en este lo que vive en la casa, en su entorno.

En Chaco, hay diversas escuelas que incorporaron a su currícula el servicio, “algunas escuelas de musicoterapia trabajan con lo neurológico, que no es el caso de Chaco, acá se implementa una musicoterapia comunitaria que se dan en los barrios; que se traduce en hacer música con una persona para conocerla, para conocer su salud mental. Es distinto porque la mirada es terapéutica y la finalidad es la salud, no la música en sí misma”.

El licenciado, por su parte, trabaja “con la improvisación libre y en producir un fenómeno sonoro que es cualquier tipo de sonido que se emite de cualquier fuente sonora”. “Es una generalidad, pero se trabaja con el sonido en sí mismo, por ejemplo, el balbuceo de una persona, al oído común del vecino, no es música y no tiene por qué serlo; juego con herramientas musicales para poder generar un vínculo, generar un juego, una actividad”, cerró.